lunes, 26 de noviembre de 2018

Columna Trajana

Columna Trajana.
Este enlace nos lleva a un blog exquisito y a un documental de Nathional Goegrafic muy, muy interesante....

https://hortushesperidum.com/2018/10/31/columna-trajana/


Relieves del Ara Pacis

El Ara Pacis: arte y poder en la antigua Roma.
Enlace a un excelente estudio del Ara Pacis, con todo lujo de detalles:
El Ara Pacis: arte y poder en la antigua Roma



El Ara Pacis Augustae constituye uno de los monumentos más emblemáticos de la antigüedad romana. A la belleza de sus relieves en mármol de Carrara se suma el mensaje propagandístico que se deriva de los mismos, lo que confiere al altar un significado mayúsculo dentro del elaborado programa cultural por el que Augusto trató de legitimar su nuevo régimen, el Principado, y a sí mismo como cabeza tutelar de Roma.
El Ara Pacis fue inaugurado en el año 9 a. C., después de que el Senado de Roma propusiera su construcción con motivo de las recientes victorias del princeps en la Galia e Hispania. Consolidado definitivamente su poder y asentadas las estructuras del nuevo régimen que había sustituido a la República, Augusto se presentaba como el artífice de una nueva edad de oro (aetas aurea) fundada en la prosperidad, el bienestar y la paz; la Pax Augusta tan ansiada por los romanos después de las endémicas guerras civiles que habían sacudido Roma desde los tiempos de Mario y Sila.
En este contexto, no puede eludirse el papel fundamental que jugó el programa de renovación cultural y el despliegue propagandístico llevado a cabo por el princeps y sus acólitos. Al servicio del nuevo régimen se emplearon las imágenes, la religión, el arte, la literatura y el programa edilicio que, como escribió Suetonio (Aug. 28-29), transformó a Roma de una ciudad de ladrillo en otra nueva de mármol. Todo ello tuvo como objetivo revalorizar las antiguas costumbres morales en oposición a las ideas provenientes de Oriente, y sobre todo, fortalecer la identificación de Augusto como un basileus soter, un rey mesiánico cuya adoración por medio del culto imperial pusiera fin a la glorificación competitiva y demagógica que los generales romanos habían venido realizando sobre sí mismos (Zanker, P. 1992, 19). A través de la propaganda, la autocracia, tan odiada por Roma desde la expulsión de los reyes en el siglo VI a. C., se justificaba entre las masas como la única garantía de no volver a las guerras civiles, la corrupción y el desorden moral.