El sistema político de la Restauración.
Consultar el siguiente enlace.
Enlace:
https://docs.google.com/presentation/d/1z40lTkbvGAu5i0LMBg09m5BUcP_F8pSMyppAA8vcknQ/present#slide=id.p14
Enlace página de imágenes, documentos y otras explicaciones:
El rey Alfonso XII. La historia ha tratado a este rey con benevolencia, primero porque murió de tuberculosis a los 27 años y segundo, porque junto con Amadeo de Saboya fue el único rey liberal que tuvo España. Las leyendas populares dignificaron la vida privada de Alfonso XII, con la muerte por tifus de su primera esposa, su prima hermana María de las Mercedes de Orléans , hija de María Luisa Fernanda (hermana de Isabel II) y del Conde de Montpensier, uno de los participantes en la conspiración que acabó con Prim en la calle del Turco.Como no tenía descendencia, se le buscó una esposa, que fue María Cristina de Habsburgo-Lorena, y con quien tendría un hijo póstumo. María Cristina (no confundir con la otra regente, María Cristina de Borbón-Parma, madre de Isabel II) fue regente mientras la minoría de edad de Alfonso XIII. A la muerte de Alfonso XII, Cánovas temió lo peor, temió que los enemigos naturales del sistema, el carlismo y el republicanismo podrían el peligro todo el entramado político del canovismo. Pero no fue así, los enemigos del turnismo, eran nuevos, y aparecieron con fuerza tras el desastre del 98: los partidos proletarios y los nacionalismos.
El sistema canovista consistía en la alternancia pactada en el gobierno, del Partido Conservador de Cánovas (heredero del Partido Moderado, pero al gusto de Cánovas) y del Partido Liberal de Sagasta (antiguo Partido Progresista). Ambos caciques basaban su gobierno en el fraude electoral de elecciones censitarias de una pequeña minoría de españoles. Para este engendro, las Cortes constituyentes se dotaron de una nueva Constitución en 1876, que era heredera de la de la Constitución de 1845 de carácter conservador. La nueva Constitución proclamaba la soberanía compartida del Rey y de las Cortes. Había dos cámaras, el Senado, formado por las oligarquías de "derecho propio", de corte vitalicio, y el Congreso elegido por sufragio, del modo antes citado. En cualquier caso, y para mayor seguridad, el Ejecutivo tenía derecho de veto absoluto sobre cualquier ley aprobada por las Cortes. Se aprobó una Ley Electoral que establecía el voto censitario (limitado a los que superaran determinados ingresos abalados por la Contribución Territorial). Presionado por sus bases y en el turno de Sagasta de 1890, se promulgo la Ley Electoral que restablecía el Sufragio Universal de la Constitución de 1869. De 800.000 electores se pasó a casi cinco millones, el 30% de la población. Cánovas aceptó el Sufragio Universal (del que era enemigo declarado) porque sabía que sería una farsa, y los liberales, activos participes de aquel trágala, esperaban que con el tiempo la representatividad arraigaría en la sociedad española, pero sin prisas. Los liberales de Sagasta, hablaban como radicales pero se comportaban como moderados. ¿Les suena? El sistema, como diría un castizo, no se cortaba un pelín, y era de dominio público cómo se adjudicaban los escaños antes de las propias elecciones. Los delegados provinciales de estos dos partidos, los que se encargaban de cocinar esta martingala, se llamaban "caciques", de la palabra caribeña para designar al jefe. La imagen, un satírico de la revista La Flaca, nos muestra a Sagasta llevado en procesión, sobre la Ley del Embudo, y protegido por la Guardia Civil y las partidas de la Porra. A su trasera, la repanocha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario