Tema
10. Sublevación militar y Guerra Civil (1936-1939) Dimensión política e
internacional del conflicto. Evolución de las dos zonas. Consecuencias de la
Guerra.
1.Introducción.
En las elecciones de febrero de 1936, las fuerzas ya se habían presentado
muy polarizadas, y la victoria del Frente Popular radicalizó aún más
la derecha.
Los grandes propietarios veían con preocupación la reforma agraria, los
jornaleros criticaban su lentitud, la burguesía paralizaba las inversiones y la
Iglesia católica se sentía amenazada por la política anticlerical de la
izquierda.
Durante los meses de febrero a julio de 1936 se incrementó la tensión
entre las fuerzas sociales. Al gobierno le resultaba difícil mantener el
orden público y la violencia política era cotidiana. Los grupos de extrema
derecha, la Falange, se enfrentaban con la izquierda, el clima se crispó con el
asesinato a manos de los falangistas del teniente de la Guardia de Asalto José
Castillo. La reacción de un grupo de ellos fue el asesinato de uno de los
líderes de la derecha: José Calvo Sotelo
2 Desarrollo:
Las circunstancias históricas en las que se desarrolló la guerra,
respondían a problemas no resueltos en la sociedad española:
- una
economía atrasada, incapaz de satisfacer las necesidades del pueblo;
- una
oligarquía terrateniente sólo preocupada por sus beneficios e incapaz de
los cambios más elementales;
- una
estructura social con abismales diferencias entre pobres y ricos, con una
pequeña oligarquía poderosa, unas clases bajas en continuo crecimiento,
una clase media insuficiente para servir de elemento equilibrador;
- y una
polarización de la sociedad en dos bandos, la derecha y la izquierda entre
las que existía una fuerte tensión.
Los generales que habían preparado la conspiración contra la República
pensaban que la situación se resolvería con una actuación rápida y violenta
para evitar la reacción popular. El proyecto, diseñado por el general Sanjurjo,
consistía en levantamientos militares en varias ciudades y avance de varias
columnas hacia Madrid para cercar al gobierno:
- La
sublevación militar empezó en Melilla el 17 de julio de 1936.
Pocas horas después, el teniente coronel Yague decretó el estado de guerra
en Ceuta, y a al día siguiente, todo Marruecos estaba en poder de los
sublevados. El general Franco, después de asegurarse el éxito en Canarias,
llegó a Tetuán el 19 de julio para ponerse al frente del ejército de
África.
- El 18
de julio se pronuncia Queipo de Llano en Sevilla, y con
refuerzos de Marruecos controló Andalucía occidental.
- El general
Mola decreta la guerra en Pamplona y con la ayuda de los
requetés, controló Navarra.
- Sanjurjo
muere en accidente de aviación al dirigirse a España desde Lisboa.
Los sublevados triunfaron en la Meseta Norte, en Zaragoza, en Galicia y en
Mallorca. Sin embargo, el golpe fracasó en Madrid y en las ciudades más
importantes de España: militantes de los sindicatos y partidos de izquierda
consiguen plantar cara al ejército y parar el golpe. En Madrid, Casares Quiroga
fue sustituido como presidente del gobierno por José Giral, quien facilitó
armas a organizaciones obreras y militares fieles a la república; rodearon a
los rebeldes en sus cuarteles aplastando a los sublevados. En Barcelona y
Bilbao, la Guardia Civil y la Guardia de Asalto se mantienen, además fieles a
la República.
Tras el golpe militar, se perfilan dos Españas enfrentadas:
- la España
republicana cuenta con las grandes ciudades -excepto Sevilla y
Zaragoza-, la mayor parte de la población, las principales industrias y
una importante zona agraria (Valencia y Murcia). Controla casi toda la
flota y las tres cuartas partes de la aviación;
- la España
sublevada, que se llamó a sí misma, la España nacional,
disponía de la mayor parte de producción agrícola y ganadera, lo que
planteó graves problemas de abastecimiento en la zona republicana. Cuentan
con la mayor parte de los regimientos y oficiales del ejército.
La Guerra se desarrolló en una serie de fases:
1. La Guerra de Columnas.
El
objetivo de los sublevados era ocupar la capital, Madrid. El general Mola atacó
desde el norte y Franco avanza desde el sur.
Para
trasladar el ejército desde Marruecos a la Península, evitando la marina
republicana, Franco contó con la ayuda de aviones alemanes e italianos,
desembarcando en Andalucía unos catorce mil hombres y abundante material de
guerra. Este ejército avanza rápidamente tomando Extremadura y Toledo, llegando
a las puertas de Madrid en octubre de 1936, pero allí tropezó con una
resistencia muy bien organizada de columnas de milicianos y no pudo tomar la
ciudad.
En
febrero de 1937 atacó por el sur en la batalla del Jarama para cortar las comunicaciones de
Madrid con el este, pero no pudo aislar la capital.
En marzo
lanzaron una gran ofensiva en Guadalajara, con la
ayuda del cuerpo italiano que Mussolini había enviado en ayuda de los
nacionales, pero fracasaron debido a la reorganización del ejército
republicano, que puso de manifiesto la dificultad de tomar Madrid, por lo que
Franco abandonó momentáneamente este proyecto y se dirigió hacia el Norte
2. El
Frente Norte.
·
Tras estabilizarse las posiciones en torno a Madrid, los
nacionales emprenden la conquista del norte.
·
Mola ocupó Irún y San Sebastián en septiembre de 1936. Sin embargo,
la verdadera batalla del norte comenzó con el asedio de Bilbao en marzo de 1937. La creación por los
vascos de una línea defensiva (cinturón
de hierro) prolongaron la resistencia durante dos meses. El
terrible bombardeo de Guernica, con aviones alemanes de la Legión Cóndor, y la
caída de Durango fueron el preludio de la entrada en la capital el 19 de junio
de 1937.
·
Las tropas nacionales prosiguieron a continuación su avance hacia
Santander (agosto) y Asturias. El avance
fue lento, debido a la resistencia encontrada, a lo abrupto del terreno y a las
maniobras del ejército republicano sobre Zaragoza para distraer a las tropas
del norte. El 21 de octubre las tropas nacionales entraban en Gijón, y todo el
Norte quedaba incorporado a la España sublevada, aunque algunos grupos
guerrilleros mantendrán la resistencia en las montañas.
·
Con el norte dominado, los nacionales adquieren la sólida base
industrial vasca -industrias de armas- y los recursos de carbón asturiano y
poseían casi todo el acero de España. La victoria también permitió que la flota
nacional se concentrara en el Mediterráneo. Finalmente, 65.000 hombres del ejército
norte quedaron disponibles, junto con sus armamentos, para incorporarse al
frente del sur.
3. La Batalla del Ebro.
La
campaña del Este se convirtió en el centro neurálgico de la guerra civil.
Para
contrarrestar los éxitos nacionales en el norte, la República lanza en julio de
1937 una operación en Brunete (al oeste de Madrid) tratando de
envolver las tropas enemigas que presionaban sobre la capital. Fue un desastre
para la República.
Al
general Franco se le planteó otra vez la alternativa de ocupar Madrid o
lanzarse hacia el Mediterráneo desde el frente del Ebro. Eligió la segunda
opción. En enero de 1938, los republicanos tomaban Teruel,
que sería reconquistada días después por los nacionales, quienes, rápidamente,
llegaron hasta Lérida (abril 1938). Franco dirigió las tropas hacia el
Mediterráneo, aislando a Cataluña del resto de la zona republicana.
En un
desesperado intento para enlazar de nuevo las dos zonas republicanas y detener
el avance de los nacionales hacia Cataluña, los republicanos iniciaron la más
importante de sus ofensivas. El 25 de julio de 1938 consiguieron atravesar el
río Ebro y tomar un extenso territorio hacia el Sur. Pero la ofensiva no pudo
seguir adelante. El contraataque nacional obligó a los republicanos a volver a
cruzar el río. Durante meses se disputó palmo a palmo el terreno, lo que
convirtió a la batalla del Ebro en la más dura y sangrienta de toda la
guerra, provocando más de cincuenta mil bajas por bando y la derrota significó
el desgaste definitivo del ejército republicano.
En el mes
de diciembre, los nacionales iniciaron una gran ofensiva
sobre Cataluña. Las ciudades eran bombardeadas día y noche. El
26 de enero de 1939, las tropas franquistas entraron en Barcelona. Los restos
del ejército republicano, acompañados de largas columnas de refugiados, se
retiraron hacia la frontera francesa. Unas trescientas cincuenta mil personas
fueron al exilio.
4.
Final de la Guerra.
Tras la
caída de Cataluña, el gobierno se trasladó a la zona centro. Las diferencias
entre los republicanos precipitaron el final de la guerra. En marzo de 1939 el
coronel Casado dio un golpe de estado en Madrid y los republicanos se
rindieron. El 28 de marzo, el ejército nacional entraba en Madrid, y en tres
días ocupó el resto del país. El 1 de abril de 1939, Franco firmó el comunicado
que daba la guerra por terminada. La guerra que había comenzado el 18 de julio
de 1936 había terminado.
Parte
oficial de guerra del Generalísimo (1 de abril 1939)
La dimensión internacional del conflicto:
La Guerra
Civil se ha considerado como un preludio de la Segunda Guerra Mundial.
La guerra estalló en un momento de fuertes tensiones entre las potencias
fascistas, las democracias y la Unión Soviética. Al fin y al cabo los bandos
enfrentados en ambos conflictos coincidieron en términos ideológicos: fascismo
contra democracia.
A
comienzos de la guerra, en la Sociedad de Naciones se constituyó un Comité
Internacional de No Intervención, que resultó totalmente
ineficaz para evitar la presencia internacional en la guerra.
El
régimen nazi de Hitler en Alemania y el fascista de Mussolini en Italia ayudaron militarmente a los
sublevados. Italia colaboró con aviones y cuarenta mil soldados. Alemania
aportó tanques, artillería y aviación (Legión
Cóndor) y unos dieciséis mil hombres. El régimen portugués de Salazar colaboró con la aportación de veinte
mil voluntarios y facilitando el paso por su territorio, lo que supuso una
ayuda importante. Hay que sumar la contribución de los cien mil regulares
marroquíes. Irlanda colaboró con la
Legión de San Patricio
Franco
también contó con la colaboración de capitalistas americanos (combustible de la
Texaco y de la Standard Oil, camiones, armas... -mientras se lo negaban al
bando republicano-) e ingleses. El Vaticano también apoyó al bando nacional al
ser el primero en reconocer oficialmente al gobierno de Burgos como el legítimo
del Estado Español.
La ayuda internacional fue decisiva para la
victoria de los nacionales.
La
República tuvo grandes dificultades para adquirir suministros y material de
guerra debido a la política de no intervención de las democracias occidentales
y al cierre de fronteras. La República contó con ayuda de la Unión
Soviética, que proporcionó cuadros técnicos víveres y
armamento, en parte costeado con fondos del Banco de España (el "oro de Moscú").
Contó
también con la participación de unos 35.000 voluntarios de sindicatos y
partidos de izquierda extranjeros que acudieron a luchar contra el fascismo: las
Brigadas Internacionales, convocadas por la Internacional.
Además de su colaboración efectiva -participaron en las principales batallas de
la Guerra Civil-, convirtieron la lucha de la República en una causa universal.
En septiembre de 1938, en pleno apogeo de los combates del Ebro, el gobierno
republicano -por la presión de Francia e Inglaterra- decidió retirar del frente
a los voluntarios internacionales. No les fue fácil volver a sus países: el
reaccionario gobierno francés prohibió a muchos el cruce de la frontera.
La guerra
se vivió con gran interés en todo el mundo. Parecía un enfrentamiento ente
democracia y fascismo, entre el ejército y el pueblo. Ello originó un amplio
movimiento de solidaridad hacia la causa republicana entre intelectuales
progresistas de todo el mundo. La destrucción de Guernica o el asesinato de
García Lorca impresionaron a la opinión mundial, especialmente cuando se expone
el Guernica de
Picasso en la Exposición Internacional de París de 1937.
Sobre las Brigadas internacionales:
Las brigadas internacionales en la Guerra Civil
Los intelectuales y la Guerra Civil
Sobre las Brigadas internacionales:
Las brigadas internacionales en la Guerra Civil
Los intelectuales y la Guerra Civil
A lo
largo de la Guerra las dos zonas evolucionaron de forma muy diferente. Entre
1936 y 1939 hubo dos estados con sus respectivos gobiernos, uno en continua
expansión y organización y otro en retroceso y descomposición.
La España
Republicana:
En septiembre de 1936, Largo
Caballero, dirigente socialista, fue nombrado presidente de un
gobierno en el que integró a todas las fuerzas antifascistas: republicanos,
socialistas, comunistas, nacionalistas y militantes de CNT.
¿Hacer la
revolución o ganar la guerra?
En el
bando republicano existían tensiones. La CNT y los sectores más radicales de la
UGT querían profundizar en el proceso revolucionario, porque la población se
beneficiaría de ello. Los republicanos, los socialistas más moderados, liderados
por Prieto, y los comunistas tenían como prioridad ganar la guerra, es decir,
anteponían la victoria sobre el fascismo a la revolución.
Durante
los primeros meses de la guerra, en la España republicana el poder residía en
comités de municipios o barrios, controlados por los sindicatos o los partidos
políticos, que a su vez contaban con sus propias milicias. En estos primeros
momentos se llevaron a cabo colectivizaciones de empresas y de fincas agrarias.
En mayo
de 1937 el gobierno de Largo Caballero fue sustituido por el de Juan
Negrín, que desarrolla una política de resistencia a ultranza
ante el enemigo, confiando en el inminente estallido de una guerra en Europa.
La influencia anarquista fue disminuyendo y la presencia comunista aumentó a
todos los niveles.
La España
Nacional:
En los
primeros días del alzamiento no había existido una gran coordinación entre los
generales del bando nacional. La muerte de los generales Mola y Sanjurjo
facilitó la creación de un mando unificado. El 24
de julio de 1936 se establece en Burgos una Junta de Defensa Nacional y el 1 de octubre los generales
proclaman a Franco Generalísimo de los ejércitos y Jefe del Estado.
La base
social de los
nacionales era muy diversa: grandes propietarios agrarios, la mayor parte de
los empresarios; clases medias; pequeños propietarios agrícolas; la iglesia y
los sectores más conservadores de la sociedad.
En el terreno
político, los sublevados tuvieron el apoyo de grupos de
tendencia muy diversa: monárquicos, la Renovación Española, lo que quedaba de
la CEDA, los falangistas y los requetés. Franco veía en esta heterogeneidad un
obstáculo para su poder, así que el día 20 de diciembre de 1936 militarizó las
milicias por decreto y las sometió a la disciplina del ejército.
Para
conseguir una unidad política, Franco promulgó el Decreto
de Unificación el
19 de abril de 1937, que le ponía al frente de todas las fuerzas que secundaban
el golpe militar en un nuevo organismo: la Falange Española Tradicionalista y
de las JONS (FET y de las JONS). Los demás partidos fueron ilegalizados. Se
había creado un Estado totalitario y Franco era su "caudillo".
El bando nacional contará también con el apoyo de la Iglesia. El 1 de julio de 1937 el episcopado español
publicó una carta pastoral a favor de la España de Franco, justificando la guerra como
una reacción contra la tendencia anticristiana del Frente Popular. En octubre
de 1937, el vaticano reconocía el gobierno de Franco.
Un aspecto a tener en cuenta en las dos zonas de la contienda fue la represión
a la que fueron sometidos los enemigos, el denominado “terror rojo” y el “terror
blanco”. En la zona republicana la represión tuvo su principal ejecutor en las
milicias obreras, fundamentalmente anarquistas y comunistas, y su escenario
temporal se ciñó principalmente a los primeros meses de la contienda. En esos
meses el caos se impuso en un territorio en el que el gobierno legítimo ni pudo
ni supo controlar los excesos de unos milicianos mal disciplinados de los que,
le gustara o no a dicho gobierno, dependía en buena medida la supervivencia del
régimen democrático republicano. La constitución del gobierno de concentración
de Largo Caballero logró imponer cierto orden y organizar un ejército. A partir
de ese momento la represión no se eliminó pero se redujo de forma ostensible.
En la zona franquista la violencia política tuvo un carácter sistemático y
fue organizada desde el mando militar golpista con la intención de imponer el
miedo y neutralizar definitivamente el "problema rojo". Si en el área
republicana las víctimas de la represión fueron la nobleza, la oligarquía
económica y los miembros del clero y de los partidos de la derecha monárquica o
fascista, en el territorio rebelde la violencia se centró en los militantes de
partidos obreros y republicanos y en las capas sociales que los sostenían:
jornaleros, obreros industriales, clases medias progresistas.
para saber más sobre este tema, ir a estos enlaces:
3. Conclusiones. Consecuencias de la Guerra:
El
impacto en pérdidas humanas de la guerra fue considerable. Se
estima que las víctimas de la contienda superaron el medio millón de personas,
incluyendo los muertos en combate, los represaliados en la retaguardia
-represión masiva y sangrienta en muchos momentos de la guerra- y los
ejecutados por los vencedores tras la guerra.
Según Salas Larrazábal
|
Según Gabriel Jackson
|
|
Muertos en
campaña
|
120.000
|
285.000
|
Víctimas
de bombardeos
|
15.000
|
10.000
|
Víctimas
de ejecuciones
|
132.500
|
220.000
|
Otros
|
39.000
|
|
Total
muertos de la guerra
|
306.500
|
515.000
|
Pérdidas
por sobremortalidad
|
630.000
|
160.000
|
Total
|
937.000
|
675.000
|
Al
finalizar la guerra, se abrió otra herida: la de los
exiliados (unos
300.000), obligados a abandonar el país, y que se amontonaron en los campos de
refugiados de las costa francesa o huyeron a Méjico o Argentina, muchos de los
cuales ya no regresarían.
Esta emigración constituye un serio impacto en nuestra demografía, un impacto tanto más sensible por cuanto desde un punto de vista laboral se compone de personas jóvenes, y porque desde un punto de vista cultural engloba a un importante sector de artistas, escritores, científicos... Además, tanto por las especiales circunstancias de masificación en las que se produce, como por la incidencia que la Guerra Mundial tuvo sobre los exiliados, esta expatriación fue para buena parte de sus componentes especialmente penosa y duradera.
Esta emigración constituye un serio impacto en nuestra demografía, un impacto tanto más sensible por cuanto desde un punto de vista laboral se compone de personas jóvenes, y porque desde un punto de vista cultural engloba a un importante sector de artistas, escritores, científicos... Además, tanto por las especiales circunstancias de masificación en las que se produce, como por la incidencia que la Guerra Mundial tuvo sobre los exiliados, esta expatriación fue para buena parte de sus componentes especialmente penosa y duradera.
Pérdidas
económicas:
La guerra
dejo una profunda huella en las actividades económicas:
destrucción de las infraestructuras, de la cabaña ganadera, del parque
automovilístico y ferroviario, de las industrias... La destrucción de los
recursos económicos e infraestructuras trajo en los años cuarenta los "años del hambre". Se
produjo un estancamiento económico durante toda la década, no recuperándose el
nivel de renta de 1935 hasta bien entrados los años cincuenta.
1935
|
1936
|
Variación
|
|
Producción
agrícola
|
97,3
|
76,7
|
-20,6%
|
Producción
industrial
|
103,3
|
72,3
|
-31%
|
Renta
nacional
|
25,3
|
18,8
|
-25,7%
|
Renta per
cápita
|
1033
|
740
|
-28,3%
|
|
Desde el punto de vista de la educación y la cultura, se produjo una vuelta a la influencia de la Iglesia Católica en la educación y la ausencia de libertades influyó en el desarrollo de un sistema basado en el pensamiento único del Movimiento Nacional. Los maestros y profesores fueron duramente represaliados. La élite cultural que había dado lugar a la denominada Edad de Plata de la cultura española marchó al exilio, aquellos que sobrevivieron.
La victoria del bando nacional acarreó el establecimiento en España de una dictadura militar que se prolongaría durante casi cuarenta años, con la pérdida de libertades y la persecución de cualquier forma de disidencia.
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