lunes, 7 de marzo de 2016

La medina musulmana

La expansión islámica desde Oriente Medio llegó a la Hispania romano-visigótica en el año 711. En pocos años, un ejército musulmán conquistó y sometió todo el territorio peninsular, sólo resistieron unos pequeños núcleos cristianos en las montañas de la Cordillera Cantábrica y en los los Pirineos. La presencia musulmana se prolongó toda la Edad Media, hasta 1492 cuando los Reyes Católicos conquistaron el reino nazarí de Granada. Para el mundo islámico, la península Ibérica, la Hispania romana, pasó a denominarse Al-Andalus.
La ciudad islámica responde a un tipo de sociedad cerrada y fuertemente jerarquizada en la que las relaciones comunitarias son mínimas. La vida se desarrolla dentro de la vivienda, muy espaciosa y lujosa, sin apenas vanos exteriores. El aspecto de la ciudad islámica es muy pobre ya que tiende a carecer de adornos. Damasco, Bagdad, El Cairo, Fez, Marraquech, Córdoba o Toledo son ciudades islámicas bien porque se crearon de nueva planta bien porque se transformaron tan intensamente que no es posible descubrir en su plano la morfología anterior.
El callejero es irregular y estrecho en el que con frecuencia hay calles que no tienen salida y adarves. Son auténticos laberintos. Muchas de estas calles forman barrios con puertas que se cierran por la noche y los días de fiesta, aislándolos del resto de la ciudad. No hay en la ciudad islámica plazas, edificios públicos y de diversión, como teatros y circos. Los únicos lugares comunes son los baños, el zoco y la mezquita.



En todas las ciudades hay una segregación funcional del espacio muy acusada. Existen barrios de carpinteros, teñidores, orfebres, zapateros, etc. y el lugar del mercado, el zoco, que se situaba en un barrio con las mismas características que los demás; calles estrechas y tortuosas, incluso cubiertas. En la ciudad medieval islámica existen tiendas fijas y mercados permanentes, cosa que no encontramos en las cristianas; no en vano su población supera en mucho a estas, algunas tuvieron más de 100.000 habitantes, y otras superaron los 500.000, como Córdoba, Bagdad, Damasco, Toledo, Granada, Fez o Marraquech. Se trata de una cultura urbana muy desarrollada, y con una morfología uniforme que se extiende desde la península Ibérica hasta la India.
La ciudad medieval islámica está amurallada y por lo tanto tiene puertas en las que se pagan impuestos de paso por las mercancías. La muralla encierra la medina: la ciudad. Fuera de las murallas surgen barrios de arrabales, frecuentemente especializados, donde se sitúan los oficios no deseados dentro de la ciudad, como los curtidores.
También existen ciudades fortaleza llamadas kasba, que son en realidad un castillo con dependencias familiares en el interior en el que no hay calles.
La casa islámica es el lugar donde se desarrolla la vida, tiene un patio ajardinado interior y dos tipos de estancias: las privadas o harén y el salámlik en donde se reciben las visitas.



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